
El
primero de todos, el de la música del despertador. Hace unos años me solía
despertar, en plan motivación, con la canción de Rocky. Sin embargo, acabé
cogiendo cierto odio a la melodía porque la oía en el peor momento del día: el
de despertarse. Por ello, cada vez que oigo esta canción, me viene a la cabeza
el momento de despertarme y por tanto siento rechazo a la canción.
Siguiendo
la línea de las canciones, hay otra que me produce otra conexión ilógica. Se trata
de “Yellow”, de Coldplay. En 2º de Bachillerato jugué un campeonato de basket
que ganamos gracias a una final memorable y heroica. El partido fue grabado y
montado después con la música de “Yellow”. Lo he visto tantas veces que cada
vez que oigo la canción, aunque sea sin el vídeo, me recuerda a la final y por
tanto me hace sentir bien y recordar aquellos emocionantes momentos.
Otra de las conexiones está relacionada con los deportes. Lo cierto es que soy un pelín supersticioso, y muchas veces evito ponerme camisetas o pantalones que sé que cuando jugué con ellos perdí. Sin embargo, la conexión más fuerte la establezco con la última lesión grave que padecí. Me acuerdo perfectamente del día, del lugar y de la ropa con la que jugué y me lesioné. Por ello, cada vez que juego ahí, no puedo dejar de pensar que también me lesionaré y por ello para evitarlo o bien caliento más o bien juego lo menos posible.
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