Apple vende más que aparatos tecnológicos. Sus productos pretenden de alguna manera dar mayor estatus al que lo compra, de modo que el cliente se distinga de los demás. Hasta tal punto llegaba tal obsesión de los consumidores por diferenciarse, que cuando Apple sacó un portátil negro con idénticas características a uno blanco lanzado hace unos meses, hubo gente que lo compró aunque costase 200 dólares más que el blanco solo por diferenciarse del vecino de al lado. Esto es precisamente lo que perseguía Apple con su campaña "Piensa diferente".
La empresa de la manzana también da respuesta a la necesidad de mucha gente por estar a la última en tecnología. Jobs jugaba con esa necesidad y por ello no hacía sus productos lo más perfectos posibles para que al cabo de unos meses pudiese corregir ciertos errores y sacar una versión actualizada que arrasaría en las tiendas.
De este modo, Apple ha conseguido un público no solamente fiel y capaz de comprar lo que sea, sino también unos consumidores proselitistas que van hablando a los demás de lo fantásticos que son sus productos.
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